¿Qué es BATD?
Activación conductual para depresión es un abordaje de tratamiento que cuenta con más de 30 años de historia, y que en los últimos años ha vuelto a cobrar interés en el campo de las psicoterapias para depresión.
Su premisa central es simple: sin importar cómo se genere la depresión, suele llevar a un patrón de disminución de las actividades significativas para la persona deprimida, lo cual a su vez lleva a que el estado de ánimo y los pensamientos empeoren, lo cual a su vez empeora la depresión. Esta es la principal característica que identificamos al decir que una persona “está deprimida”: le cuesta cumplir con sus obligaciones, pasa mucho tiempo encerrada, no parece disfrutar de ninguna actividad, etc. Dado esto, un tratamiento posible podría dirigirse a “activar” a la persona, es decir, utilizar principios de aprendizaje y refuerzo para que paulatinamente la persona deprimida realice actividades que le resulten placenteras, importantes, o que le brinden una sensación de dominio sobre su vida, y de esa manera se rompe el circuito de “tristeza-inacción-tristeza-inacción”. Esta es precisamente la propuesta que hace Activación Conductual (AC).
AC tiene una conceptualización propia de la depresión, que involucra principios conductuales y análisis funcionales de las conductas que constituyen la depresión. En la actualidad hay dos formatos o modelos de activación conductual para la terapia: el modelo que se denomina a secas BA (siglas de Behavioral Activation), y el modelo BATD (siglas de Brief Activation Treatment for Depression, o Tratamiento Breve de Activación Conductual para la Depresión). Las diferencias entre ambos modelos son relativamente pequeñas: se basan en distintos principios de aprendizaje; BATD es más estructurado que BA; BA incorpora elementos de análisis funcional y herramientas para lidiar con la rumiación, mientras que BATD se enfoca exclusivamente en la activación conductual. En cualquier caso, ambos modelos comparten más semejanzas que diferencias.
BATD
BATD es de particular interés en nuestro contexto latinoamericano, en el cual los recursos económicos no suelen permitir tratamientos prolongados y complejos, y el acceso a la formación de los terapeutas suele ser limitado, ya que se trata de un protocolo breve, accesible a los terapeutas en su base teórica, y con buenas referencias empíricas respecto a su eficacia.
El modelo BATD propone la identificación y realización de actividades que se conectan estrechamente con los valores personales de cada paciente, en diversas áreas vitales, y si bien el modelo no ignora las emociones y pensamientos del paciente, pone el énfasis en la modificación de la conducta como medio para el cambio. Por ejemplo, supongamos que un paciente manifiesta como un valor “ser un buen padre para mis hijos”, en ese caso, el modelo BATD se centrará en identificar colaborativamente actividades adecuadas al nivel de actividad del paciente, actividades que encarnen ese valor, tales como jugar con sus hijos, ir a buscarlos al colegio, ayudarlos con la tarea, etc. La motivación es puesta aquí como un resultado, no como un requisito: la motivación no surge en el vacío, sino que nos sentimos más motivados a medida que interactuamos con el mundo. El modelo BATD consta de pocos elementos de tratamiento: el registro de las actividades cotidianas, la evaluación de las áreas vitales y valores personales del paciente, la jerarquización y planificación de actividades seleccionadas y la utilización de los recursos sociales accesibles al paciente.
El procedimiento de BATD, así organizado, se puede aprender en pocas horas, y brinda una herramienta que puede ser utilizada en la clínica, ya sea como tratamiento único para depresión, o bien como complemento de otro tratamiento (algo que suele suceder en la práctica es dedicar la mitad de la sesión al protocolo BATD y la otra mitad a otros estilos de trabajo). Además de esto, AC puede utilizarse como eje de tratamiento en una amplia gama de trastornos (hay algunas investigaciones iniciales sobre la aplicación de BA en diversos trastornos de ansiedad. Esto es: poner en movimiento al paciente y luego ir trabajando las dificultades que surgen al avanzar en determinada dirección (emociones negativas, pensamientos, recuerdos, etc.), con otros procedimientos.
En suma, se trata de un tratamiento con soporte empírico, sumamente atractivo para nuestro contexto socio-económico, y que permite una nueva luz en el tratamiento de las personas que sufren de depresión.
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